21 lugares malasañeros: Nos vamos a la guerra.

Desde que sabes que vas a ir, te haces  rápidamente a la idea.

Te preparas y te mentalizas con tu batallón.Juguete y su batallon.

 

Sabes que vas a un lugar de guerra. No del tipo de guerra egoístas que intentan imponer sus ideas a través de la violencia y que, en definitiva, todo el mundo pierde.

Vas a esos lugares en los que, si no has reservado mesa a primera hora de los turnos, sabes que comienza tu primera pelea particular.

Como si esquivases matorrales, vas haciéndote hueco por la barra hasta llegar al camarero. Por el camino se divisan, preparadas en fila, las ansiadas bandejas.

Un moderno y sofisticado sistema de listado nos aguarda. Para conseguir mesa nos dan un número en papel, como en las carnicerías.

Mientras esperas tu número, pides una cerveza fresquita y realizas un reconocimento del lugar.  Decoración simple y espontánea, perchero de madera de los años 80, redes y otras artes de pesca colgadas en la entrada.

Comienzan los nervios y el hambre.

56, 57, 58,… 69.

– ¡Bingo! Ese es el mío.

El corneta te ha llamado y te diriges al campo de batalla.

Llega el momento del espionaje, haces una inspección ocular sobre todas las mesas-buques que hay en el horizonte.

Estás colocado alrededor de varios buques con varias naves alrededor, todas muy cercanas a la tuya. A babor, un pequeño navío con dos persona, una agradable pareja se encuentra en mitad de la batalla. A estribor un trasatlántico con muchos comensales que se hacen notar con sus gritos de guerra. Varios barcos más alrededor también te hacen notar que estás totalmente rodeado. Te encuentras a una pequeñísima distancia de separación, la cual, muestra la optimización del espacio al 100%.

Ese enorme pan gallego lo colocas estratégicamente a modo de barricada. Otro importante método de defensa es la larga servilleta amarillenta que actúa como capa protectora.

Aún no te había dado tiempo a colocarla y ya recibes los primeros disparos que llegan a tu rostro. Los del buque de al lado parece que disparan con metralletas, están con los percebes. Los disparos son constantes.

Les miras, te devuelven la mirada con una sonrisa cómplice, pero no dejan  de disparar.

Pides rápidamente las provisiones y al instante ya tienes preparadas tus armas.IMG_2063

Se escuchan sonidos de cañones por todo el campo de batalla. Al momento, sin esperártelo, por detrás te impactan los disparos de otro buque. Su munición son las patas de cangrejo. Están tan cerca que, cada vez que rompen alguna, trozos de metralla impactan en nuestra nave.

Parece que habido un momento de tregua. Algunos están picoteando pulpo, otros, pimientos fritos. Esto nos da un respiro, un momento de paz.

Otra botella de vino blanco de la casa sin etiquetado llega como refuerzo.

Vuelve los mmentos de espionaje: Oteas el horizonte y ves carteles de papel colgados en la pared con «Prohibido cantar», pero de manera espontánea ocurren momentos como este.

Ahora eres tú el que estás torpedeando, disparando, acribillando a todos los buques de tu alrededor. Percebes, cangrejos y bueyes de mar están dando sus resultados. Ahora somos nosotros los que devolvemos miradas.

Nos quedamos sin municiones. Y llega el momento de la queimada. Parecía que la batalla estaba acabada, pero esa mano casi siempre inexperta y humana reaviva el fuego.

Tras observar las llamas, esperas lo peor. Los enemigos de al lado la observan y se unen, entre risas, para sofocar el fuego.

Todas las guerras están directamente relacionadas con el dinero, porque es el dinero el que únicamente habla en ellas. Y le toca hablar en ese instante. Llega la cuenta.

Siempre existirá una relación entre nuestras emociones y nuestro dinero. Y, sin duda, tanto por el precio asequible como por el buen rato echado, lo consideras un dinero bien gastado.

«En este tipo de campo se producen esta clase de reuniones” y me agrada pensar que al final acaban apareciendo las armas de la bondad, las armas de la comprensión y las del humor que hacen que nos humanicemos más, nos unamos con nuestro bando, nos unamos más con nosotros mismos y con el “enemigo”, consiguiendo que nos vayamos sin ninguna pérdida o baja  y creando vínculos más fuertes.

 

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11 respuestas a 21 lugares malasañeros: Nos vamos a la guerra.

  1. Inma Aguiat dijo:

    Eres unico cada dia mejor .Los unicos que cometen faltas son los que no hacen nada

  2. Inma Aguiat dijo:

    Nada hay. mas importante . y precioso qie el tiempo. es el.precio.del.rato.que. comentas comes y bebes algo.eso no es dinero.es vivir siempre con.los didparos vortos

  3. Reich dijo:

    Jajaja! por esa bandeja de marisquito yo también pelearía en alguna batalla.
    Me encanta juguete leches, lleno de energía. Te voy a presentar a mi Margarita!

  4. Ay bichín! Como me he reído con tu gran comparativa, a mi el pan gallego no me llega de barricada, entra en mi estómago antes que cualquier gamba. Y si luego llega el marisquito, me pongo tan ciega que me acribillan las balas, ya si eso me rindo cuando traigan la cuenta… por si es otro el que paga ;P

  5. Estás como una regadera, osito, pero mira que me río contigo. Aquí tienes a una combatiente lista para la batalla, no hay marisco que se atreva a poner resistencia a mis armas 😘

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